Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. Mateo 7:24-27
Edificando sobre la roca "y vinieron ríos , y soplaron vientos, ... y no cayó" |
Los dos hombres mencionados en esta parábola son constructores, porque vivir significa edificar. Toda ambición que un hombre acaricia, todo pensamiento que concibe, toda palabra que habla, y toda obra que ejecuta es como un ladrillo de construcción. Gradualmente se va levantando la estructura de la vida. No todos los edificadores son iguales, sin embargo. Algunos son sensatos, otros necios.
Jesús habla primero sobre el modo de construir la casa del hombre sensato, esto es, sobre la roca; en segundo lugar, la prueba en que se ve sometida la casa, y, tercero, acerca, del resultado de la prueba y la razón para este resultado. Sigue la misma secuencia con respecto al hombre necio y la casa que construye. Es importante notar que hay solo dos clases de constructores, no tres, ni cuatro ni cinco, y que estos dos son puestos en un notable contraste.
El Señor esta continuamente dividiendo a los hombres en dos clases, sin embargo aunque los dos constructores tienen una diferencia tan notable, superficialmente tienen mucho en común. Cada uno edifica una casa. Las casas de las que Jesús habla no eran construidas en forma tan solida como lo requieren los códigos modernos de la construcción. Los ladrones podrían minar las paredes y entrar (Mateo 6:19). Se podía abrir fácilmente un forado en el techo de tierra y paja (Mr. 2:4). Entonces, ¡todo dependía del cimiento!
Edificando sobre la arena. |
Los dos constructores tienen en común que levantan sus viviendas en un valle que contiene el lecho de un río. Durante la estación seca el lecho esta seco o casi tan seco que no ofrece peligro para ninguna de la casas. Hasta aquí todo va muy bien. ¿Verdad que así ocurre con la gente, incluyendo a los que estaban oyendo el discurso de Cristo o a los que en el día de hoy lo leen, que hay un gran parecido superficial?
Sin embargo, esencialmente, ¡cual radical es el contraste entre los dos constructores! El primer constructor en sensato. Es previsor. Calcula que la estación seca no durará. Pronto los cielos se oscurecerán y las legiones aladas de la tormenta llegaran. La casa se vera inundada por las lluvias, azotada por los vientos, y, a menos que se tomen las debidas precauciones, sera arrastrada por la creciente, por el turbulento aluvión. Así se prepara para el peligro inminente. Antes de edificar la casa saca la tierra suelta, cava hasta encontrar la roca (Lucas 6:48). Enseguida pone el fundamento sobre la roca. El necio no hace nada por el estilo. levanta su casa sobre la arena suelta, como si jamas fuera a dejar de brillar el sol.
El cimiento son las palabras del Señor |
En la explicación de la parábola Jesús señala que el significado figurado del cimiento es "estas palabras mías , esto es, el Sermón del Monte, y por extensión de la figura, todas las palabras que han salido de mi boca y han sido dirigidas a los hombres, Cristo mismo es la Roca, (Isaias 28:16). Lo que se dice de Dios como la roca del creyente (Dt. 32:15), también es aplicable a Cristo. Según la enseñanza de Jesús aquí en el vr. 24 edificar la casa de uno sobre la roca, significa no solamente oír al Señor, sino en gratitud por la salvación recibida, poner en practica sus mandamientos.
El día de la prueba llega. Llega para las dos casas. Cae la lluvia sobre la casa y la azota, ciertamente encima del techo. Es una de esas terribles tormentas que en esta región los vientos repentinos traen desde el Mediterráneo. Hay chaparrón tras chaparrón. Como resultado, el lecho del río ya no está seco. Comienza a llenarse de agua, primero es un arroyuelo, sin profundidad y lento; luego es un torrente profundo, rápido, furioso, que amenaza los soportes mismos de las paredes, cualquiera que sea aquello sobre lo que está puesta la casa. Y todo el tiempo el fuerte viento occidental aporrea y golpea la parte superior y especialmente los muros.
¿Cuál es el resultado de esta prueba? La casa del hombre sensato no cae. Nótese el juego de palabras: “el viento golpeaba (literalmente, cayó sobre) contra esa casa, pero no cayó”. Las aguas torrentosas que la amenazaban no pudieron moverla (Lc. 6:48). Resistió a los tumultosos chaparrones. Aguantó la enorme fuerza de la embestida del aluvión. Desafió cada ataque furioso. Cuando se hubo acabado completamente la fuerza de la tormenta, allí estaba la casa, sin que ninguno de los elementos de la naturaleza le hubieran hecho daño. Razón: ¡había sido edificada sobre la roca!
Una casa edificada sobre la arena. |
Por otra parte, casi no necesitó un esfuerzo especial la furiosa corriente para socavar los muros de la otra casa y llevarse la arena o tierra sobre la que había sido edificada. Además, la lluvia y el viento acabaron fácilmente con lo que fue dejado por la inundación. Todo lo que el viento tenía que hacer era dar un solo empujón a la tambaleante estructura. Entonces con un estruendo terrible cayó en el agua y fue arrastrada, esparciéndose los despojos por todas partes. Su ruina fue completa.
El hombre sensato, que muestra por sus hechos que ha recibido de todo corazón las palabras de Cristo y por lo tanto está edificando sobre la Roca, jamás será avergonzado. Aun el día del juicio será para él un día de triunfo. (1 Ts. 2:19, 20; 3:13; 4:16, 17; 2 Ts. 1:10; 2 Ti. 4:8; Tit. 2:13, 14): Esto es claro del cuadro entero.
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